La base de la paz, el respeto y la no-violencia es la tolerancia:
La tolerancia hacia nuestra propia situación y la tolerancia hacia el comportamiento, palabras e ideologías de otros.
Tolerancia no significa resignación, inactividad o dejar que nos pasen por encima. Tolerancia es no tener la mente nublada con enojo, resentimiento, miedo o ansiedad ante las dificultades que me llevan a responder reactivamente. Tolerancia es tener claridad de mente para saber cuando y como actuar para responder con responsabilidad, compasión, y sabiduría.
Ver nuestra propia situación a través de los ojos del resentimiento, la envidia o la arrogancia ni nos beneficia ni es constructivo a largo plazo. Ver nuestra propia situación con tolerancia es aceptar nuestra situación actual para poder realistamente ver hacia el futuro.
Hay elementos que no dependen de nosotros. Para que criticar, quejarnos, alterarnos o molestarnos por ellos? Hay elementos que si están en nuestras manos. Aceptemos con responsabilidad que nuestras actitudes y nuestras acciones están constantemente moldeando nuestra propia experiencia del entorno y están teniendo un impacto en los demás y en el ambiente.
Si nos habituamos a actuar destructivamente, nuestra mente estará entorpecida por el enojo, nuestro impacto en otros será dañino, y experimentaremos situaciones difíciles y doloras.
Si nos habituamos a actuar constructivamente incluso respondiendo amorosa y no violentamente ante la adversidad, nuestra mente estará paz, nuestro impacto en otros será beneficioso, y experimentaremos situaciones conducentes y gozosas.
La base de la tolerancia hacia el comportamiento, palabras o ideologías de otros es la ecuanimidad.
Hay algo que nos hermana a todos: todos buscamos lo mismo—ser felices y dejar de sufrir. Que maravilloso seria que todos sean felices y dejen de sufrir!
Desafortunadamente estamos tan acostumbrados a ver el mundo desde nuestros propios ojos que tenemos la falsa ilusión que somos el centro de todo y que todo da vueltas alrededor de nosotros. En un afán por saciar nuestros deseos nos confundimos y creemos que yo soy el mas importante y convertimos a los demás en objetos: en medios para alcanzar nuestras metas o en obstáculos que nos estorban.
No diferenciamos entre un cajero automático y un “cajero humano”. Simplemente vemos un dispensador de dinero.
El primer paso es reconocer la humanidad de los que nos rodean. Los invito a hacer el siguiente ejercicio.
Por el siguiente día cada vez que se topen con una persona, piensen: “Esta persona, al igual que yo, quiere ser feliz y quiere dejar de sufrir. También tiene sueños y aspiraciones! Que pueda ser feliz!”
Reflexionen de esta forma cuando estén entre amigos. Es fácil desearle la felicidad a los amigos. Extiendan este sentimiento cuando estén con personas que normalmente le son indiferentes como la cajera del supermercado. Ella no simplemente es un receptor de dinero y un empacador de compras: “Es una persona que al igual que yo, quiere ser feliz y quiere dejar de sufrir. También tiene sueños y aspiraciones! Que pueda ser feliz!”
Reflexión Budista sobre la Paz utilizada en Oracion Interreligiosa de 31 de Marzo, 2011